viernes, 26 de agosto de 2011

EE.UU.: ¿Más Estímulos u Otra Forma de Hacer Política?

La política del dinero gratis e ilimitado para solucionar los problemas no es política económica seria, sino operaciones de maquillaje a corto plazo para tapar los problemas, calmar a los mercados, y para ganar tiempo. Los mercados son egoístas por naturaleza, y es bueno que lo sean, para que sean de utilidad a la sociedad. Entre sus funciones, está la de velar por la buena gestión económica de las empresas y de los estados y anticipar los problemas, y esto es así porque se juegan sus inversiones. Las funciones de un gobernante, sea el presidente de un país o de un banco central, son las de gobernar para la sociedad que tiene unos intereses distintos a los mercados y a más largo plazo, no debe gobernar de espaldas a estos, ya que muchas veces les avisan de riesgos latentes, pero tampoco deben gobernar para estos. Despojar a los mercados de sus funciones, someterse a su dictadura, y anteponer los intereses de estos a los de la sociedad no es la función de un buen gobernante. La debilidad y falta de liderazgo en distintos países han conducido a esta última situación.


En los últimos días, los mercados han estado muy expectantes ante la intervención de Bernanke especulando una nueva relajación cuantitativa (QE3) , y Obama ha anunciado un nuevo programa fiscal, que desvelará en Septiembre, para alejar el fantasma de la recesión. ¿Servirán de algo estas medidas? Si estudiamos el pasado podemos comprobar que el “Quantitative Easing” ha servido sobre todo para generar efecto riqueza al subir el precio de las acciones, y que los bancos generen grandes beneficios a través de sus departamentos de Trading, pero este dinero no se ha dirigido a facilitar créditos a empresas y familias como era su objetivo. Podemos calificar esta actuación como de éxito relativo y limitado alcance, que permitió impulsar a la economía americana, porque los bancos limpiaron las pérdidas de sus balances, y las enormes cantidades de liquidez apoyaron al sector exterior al debilitar al dólar. No obstante, fracasó en su objetivo principal; llevar el crédito a la economía real. Este fracaso se debe en parte porque la empresas que necesitaban créditos habían empeorado sus ratings y se les negaban, en parte porque las familias y empresas que podían acceder a estos créditos no los necesitaban y se encontraba en proceso de desapalancamiento financiero, y en parte porque los bancos lo usaron para reconstruir sus balances. En cuanto a las medidas fiscales adoptadas por Obama han servido para disminuir el desempleo de 10% al 9,1%, muy lejos del 6,5% prometido para el día de hoy. Sin embargo, sus medidas han servido para elevar la deuda de los EE.UU. por encima de los 14,3 billones de dólares y necesitar pedir una elevación del techo de gasto, para aumentar el gasto público en un 41% o 1,1 billones de dólares desde el 2007, y gestionar déficits por encima del 10% del PIB, y con todo ello la inversión se encuentra un 9% por debajo de los niveles del 2008. La capacidad de estímulos tanto fiscales como monetarios de EE.UU. es limitada, con una deuda en niveles record, con el mercado inundado de efectivo, y con tipos de interés entre el 0% y 0,25% no quedan muchas medidas tradicionales que tomar.


Eliminada por Bernanke la posibilidad de recompra de deuda, solo puede bajar los tipos al 0% o buscar soluciones imaginativas que deja para Septiembre, ya que un hipotético QE3 correría el riesgo de desatar enormes tensiones inflacionistas con dudosa eficacia en la economía real. Tal vez sean esas las soluciones imaginativas, retrasar el anuncio de las soluciones, porque la sugerencia de que tiene soluciones estimula la confianza del mercado y provoca alzas a corto plazo por no cerrar la puerta del todo. Por el contrario, desde el punto de vista fiscal un excesivo aumento de la deuda puede llevar a la pérdida de confianza en la divisa americana, y a altísimas tasas de inflación, y como consecuencia, a serios problemas de financiación que podrían desencadenar una crisis de deuda a la europea. Por eso para Roubini una vuelta a la recesión tiene una probabilidad superior al 50%, aunque su receta para evitarla no deja de ser sorprendente más estímulos fiscales y monetarios a corto plazo y austeridad a largo plazo.


En este blog nunca nos creímos la recuperación en V que fue por la que apostaron una mayoría aplastante de la los analistas. Descartamos la L, pero nos quedamos con la √, sin descartar la W, el tiempo nos ha dado la razón. Aplicamos más la lógica, el sentido común, y el conocer los mecanismos de trasmisión, que los modelos matemáticos. Creíamos que los estímulos estaban generando una solución artificial, y que debería haberse actuado racionalizando el gasto, dirigiéndolo a la inversión productiva en vez de a financiar el consumo, y volviendo a la ortodoxia monetaria, y seguimos pensando lo mismo, hay que darle la oportunidad a otra forma de hacer política.

No hay comentarios:

Publicar un comentario