domingo, 24 de enero de 2010

Terremoto Obama



Este Jueves se ha producido un terremoto financiero con epicentro en Wall Street al declarar el persidente de los EE.UU. la guerra a la banca. Según su proyecto de ley, Obama pretende limitar el tamaño de los bancos, impedir que la banca invierta en bolsa por cuenta propia, o que mantenga Hedge Fund y Private Equity. Estas intenciones se vieron rápidamente contestadas con fuertes caídas durante las jornadas del Jueves y el Viernes.


Si bien estas medidas pueden ser populares, en un momento de crisis y recesión cuando se ve a los banqueros como egoístas e insolidarios, pueden tener serias consecuencias.


Limitar el tamaño de los bancos es una de las medidas que pueden tener sentido. No tanto por poder evitar futuras crisis, que son inevitables, sino por favorecer la libre competencia en beneficio de los consumidores, dañada últimamente por la concentración empresarial. Siendo esta una buena intención, no necesita de un nuevo proyecto de ley, para ello ya existen las leyes anti-monopolio, al igual que en muchos países.


Cabe recordar al respecto, que en plena crisis el Bank of America se ha hecho con Merrill Lynch, después de haber adquirido el banco hipotecario Countrywide Financial, pasando a consolidar su posición de liderazgo en el sector financiero estadounidense. Así mismo, también durante la crisis JP Morgan se hizo con su rival Bear Stearns y con Whasington Mutual, y ya durante la administración de Obama se hizo con el control total del broker británico Cazenove.


Impedir el "propietary trading" habría costado que muchos bancos no se hubiesen salvado, ya que gran parte de los beneficios que les han ayudado a salir su peor momento vienen precisamente del propietary tranding. Este, ha limpiado sus cuentas y permitido que devuelva gran parte de los fondos prestados por el Estado. Además, el apoyo de la banca de inversión a Wall Street no solo ha sido en beneficio propio, sino que también han ayudado a la administración Obama, al evitar una caída bursátil y fortalecer la confianza de los inversores, que finalmente se ha reflejado en la confianza de los consumidores. Paralelamente, deberíamos preguntarnos que pasaría si toda la banca americana decidiese deshacer sus carteras en bolsa.


Impedir la inversión en HF de los inversores institucionales principales (Banca y Seguros) supondría así mismo la desaparición de gran parte de la industria, dominada por los EE.UU., y la desaparición de muchos puestos de trabajo. Además de los HF estadounidenses domiciliados en Delaware, muchos de estos fondos tienen su réplica off-shore como vehículo de inversión para los no residentes. Esta medida está en origen encaminada a hace rlos fiscalmente atractivos para los inversores internacionales, pero aún así, generan beneficios para gestoras americanas e ingresos por impuestos para el gobierno americano.


Impedir la inversión en Private Equity de los inversores institucionales principales (Banca y Seguros) supondría la falta de financiación de muchas empresa, sobre todo de aquellas de reciente creación (start ups), o en proyecto, y fundamentalmente a las dedicadas a la investigación tecnológica, donde las inversiones cuentan con más riesgo. Se favorecería a las grandes multinacionales y la creación de oligopolios y monopolios, y en cierto modo desviar las inversiones al inmobiliario, otra vez, ya que son inversiones respaldadas por activos que pueden tocar, y el conocimiento no. Sin embargo, es en estas empresas donde está el desarrollo y el bienestar del mañana.


Otro de los efectos de la noticia adelantada por Obama es la no noticia. Una declaración de intenciones demasiado difusa y falta de contenido para que se puedan calcular sus efectos. Aunque todo parece indicar que la reforma no será tan estricta como podría desprenderse de sus primeras palabras, la incertidumbre es sin lugar a dudas lo más perjudicial para los mercados.


Intentar evitar futuras crisis en base a controlar los mercados vía regulación, es no entender su naturaleza. Las crisis son parte del desarrollo económico, a un ciclo expansivo le sucede uno contractivo. Esto es así y será así siempre en el modelo capitalista. Lo que nos ha enseñado la experiencia es que es mejor muchas pequeñas crisis que una gran crisis. Los efectos de las primeras son breves y necesarios en la economía, aunque causen desgaste político, los de las segundas son prolongados y causan un serio deterioro económico, aunque la responsabilidad política se diluya, ya que una gran crisis no se gesta en poco tiempo. Después de todo se nos olvida que de esta crisis financiera, no solo los bancos tienen la culpa, sino también los gobiernos y los consumidores. La crisis comenzó por culpa de unos tipos de interés excesivamente bajos marcados por los Bancos Centrales, y una burbuja inmobiliaria, creada por gobiernos y consumidores.


Después de criticar lo que se dice, que se podría hacer? Eliminar la seguridad que tienen los grandes bancos de que no les dejarán quebrar. El término "too big to fall" es claramente desafortunado, ya que dota a la banca (o a cualquier empresa) de la posibilidad de actuar impunemente sin miedo a las consecuencias, sin miedo a desaparecer. Los bancos, como cualquier empresa debe estar expuesta a la posibilidad de pagar por sus propios errores. Los bancos centrales y los gobiernos no deberían de obsesionarse con evitar todas las crisis, son inevitables y no comprender esto es poner la semilla de grandes crisis futuras, sino en saber gestionar las que se producen y minimizar sus efectos. Finalmente, los consumidores deberían de aprender a no vivir por encima de sus posibilidades. Obiamente, decirlo es más fácil que hacerlo.