martes, 18 de agosto de 2009

Ha fallado el Sistema de Mercado?



Recientemente, proliferan en diversos medios de comunicación los artículos que cuestionan la validez del sistema de mercado, en este artículo se tratará de demostrar que el sistema de mercado no ha fallado. Estos artículos no hacen sino reflejar el mensaje que numerosos gobernantes y políticos llevan meses lanzando, que no es otro que el sistema de mercado puede quebrar y se necesitan profundas reformas. Resulta casi imposible de creer que el sistema quiebre, pero seguro que los gobernantes aprovecharan el miedo para hacer lo que más les gusta: regular, controlar, y volver al proteccionismo. “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad” (Goebbels)”.


En el análisis de las causas de la crisis se han confundido y malinterpretado conceptos básicos. Se ha identificado liberalismo con modelo de mercado, siendo conceptos relacionados pero diferentes. El liberalismo es una corriente de pensamiento que se basa en las bondades del modelo de mercado, este, sin embargo, es el modelo económico más antiguo y exitoso de la historia de la humanidad. Así mismo, se ha identificado al sistema financiero como la pieza clave del modelo de mercado, siendo fundamentalmente una premisa falsa, ya que aún siendo importante en su desarrollo, para que un modelo de mercado exista se tienen que dar tres factores; reconocimiento de la propiedad privada, existencia de medios de pago, y posibilidad de intercambio de bienes. En un sentido estricto, la pieza clave del modelo de mercado es el comercio, muy anterior al sistema financiero.


En realidad el sistema de mercado no ha fallado, sino la intervención del gobierno en el sistema de mercado. El sistema financiero es el sector más intervenido y regulado de cualquier economía desarrollada, y la máxima expresión del intervencionismo del gobierno en la economía. Fallan los argumentos para poder calificarlo como de libre mercado, ya que no existe la libre entrada y salida de participantes en el mercado, sin tratarse de un monopolio ni oligopolio natural, no se da la competencia perfecta. Para poder fundar un banco, según el BDE, hacen falta tres criterios; Honestidad, Capacidad, y Autorización de BDE, que básicamente se reducen a uno; a la autorización del BDE, ya que aún teniendo capacidad y honestidad, si el BDE considera que el número de actores es suficiente no permitirá la entrada de nuevos participantes. Algo parecido pasa con la salida, es muy difícil que quiebren bancos, salvo aquellos muy pequeños, antes se les fusiona o se les rescata con la tutela de la autoridad económica, y cuando alguno quiebra conmociona al mercado. Esta situación es bastante similar en la mayoría de los paises.


Es tal el intervencionismo en el sistema financiero que los bancos apenas necesitan capital. Son las empresas menos capitalizadas del mundo, difícilmente se verá un ratio de capitalización similar al de una solida gran empresa comercial o industrial. Más aún, actualmente los Gobiernos o las autoridades monetarias correspondientes tienen el monopolio en la emisión de moneda y en la fijación de los tipos de interés de referencia.


Una característica intrínseca al modelo de mercado es la existencia de ciclos económicos, a fases expansivas o de crecimiento, le siguen fases de contracción o recesión. No entender esto es simplemente no entender el modelo. La intervención del gobierno en la economía debería mitigar los excesos en ambas fases, para que a fases de crecimiento suaves le sigan fases correctivas suaves, generando estabilidad a largo plazo. Si bien esa es la teoría, muchas veces no se cumple, y sus intervenciones a corto plazo potenciando en exceso las fases expansivas y tapando las fases correctivas, fomentan los desequilibrios a largo propiciando los ingredientes necesarios para grandes crisis.


En esta última crisis el elemento fundamental ha sido el exceso de liquidez, provocado por un exceso de crédito, que últimamente se ha dirigido al sector inmobiliario. En buscar culpables, algunos autores se han ido tan lejos como a los gobierno de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Más apropiado sería situar el origen en los gobiernos de Bill Clinton y Tony Blair, imitados por gobiernos de todo el mundo independientemente de su color político, cuando se empezaron a bajar los tipos de interés hasta niveles propios de situaciones de emergencia cuando esta era de crecimiento. Si bien las autoridades monetarias gozan de independencia frente al Gobierno en esto países, no cabe duda de que no actúan de espaldas a ellos, sino en colaboración con ellos.


A los bancos les gustan los beneficios y al Gobierno los impuestos. La reducción de los tipos de interés reducía los márgenes comerciales de los bancos y por tanto los beneficios, la solución consistía en dar más créditos y más arriesgados para mantener e incluso aumentar los beneficios. El exceso de liquidez favorecía esta política, generando un exceso de crédito que se dirigió fundamentalmente al sector inmobiliario, como ya se ha mencionado. Igualmente, a los gobiernos les gustan los impuestos, y la construcción es uno de los sectores que más empleo y recaudación vía impositiva generan, ya que tira de otros sectores de la economía. Así, se fomentaron políticas que favorecían el desarrollo del sector la construcción.


No obstante, los bancos no quieren hipotecas, especialmente si son de dudosa calidad, sino liquidez para conceder más créditos, la solución fue titularizarlas. Se empaquetaron juntas tanto las hipotecas de buena como las de mala calidad, y se vendieron en el mercado, mediante unos instrumentos que recibieron una calificación de AAA por las agencias de Rating. Así, se popularizaron siglas como CDO, MBS, y ABS. Titularizando las hipotecas los bancos sacaban el riesgo de sus balances y obtenían liquidez para conceder nuevos créditos, sin embargo, las altas rentabilidades que ofrecían estos instrumentos, les hacía invertir en los mismos instrumentos emitidos por otras instituciones, que además servían de colateral en los bancos centrales, es decir recuperaban la liquidez de la inversión. Aparentemente, se había eliminado el riesgo y se habían realizado grandes inversiones, cuando tan solo se había disfrazado el riesgo y contaminado el sistema. El gobierno, contento, recaudando cada vez más por impuestos en medio de un mercado inmobiliario alcista, que reducía los niveles de paro pero que creaba niveles de endeudamiento insostenibles, y las autoridad monetarias guardando silencio. La burbuja tenía que estallar y estalló cuando los precios de las commodities se dispararon en medio de consumo excesivo, que provocaron tensiones inflacionistas, y forzaron la subida de los tipos de interés.


Pero es que nadie sabia nada? Eran tan innovadores los instrumentos derivados? La historia nos dice que no, ya existían precedentes, si bien nunca había alcanzado tal dimensión. El último aviso serio, y el más importante hasta la fecha, se produjo a finales de la década de los 90 con la quiebra del Hedge Fund LTCM. Este fondo invertía fundamentalmente en derivados de crédito, y su quiebra con tan solo $1,000 MM bajos gestión, pero $100.000 de deuda, conmocionó a los mercados, provocó intensas correcciones, y se convirtió en caso de estudio, provocando la intervención de FED!!! Su fundador, John Meriwether, no solo quebró el LTCM, sino que 10 años después ha vuelto repetir la historia en JWM Partners. Anteriormente a la quiebra del LTCM, ya se habían producido fallos de mercado en la historia de los derivados de crédito, y es que lamentablemente su historia se ha escrito a base de crisis, quiebras, y fallos de mercado.


A la luz de todo lo expuesto, al lector se le hace evidente que el modelo de mercado no ha fallado, sino que lo que ha fallado han sido los gobiernos, las autoridades monetarias, los organismos de supervisión, y las agencias de rating. Especialmente grave ha sido el papel desarrollado por las autoridades monetarias, y los organismos de supervisión, que conociendo el problema no hicieron nada por evitarlo para favorecer el interés a corto plazo de sus respectivos gobiernos.